¿Podemos probar que Dios existe?
Tomás de Aquino creía que si bien la existencia de Dios no es evidente en sí misma, porque sino ninguno la podría negar, puede ser conocida a través de la razón natural del hombre, es decir, sin necesidad de recurso a revelación divina. Esto significa que la existencia de Dios propiamente no es un artículo de fe, sino más bien, un preámbulo de la fe, pues no se puede asentir a lo que Dios revela si no se conoce antes que Dios existe.
Esto choca fuertemente con muchas intuiciones fideistas que vemos hoy en día, que sugieren que la existencia de Dios es objeto únicamente de fe, y que la razón no tiene nada que decir en el asunto. Santo Tomás y la tradición de la Iglesia se oponen energicamente a esta actitud. Esta oposición es hecha explicita en la Constitución dogmática Dei Filius del Concilio Vaticano I:
Si alguno dijere que Dios, uno y verdadero, nuestro creador y Señor, no puede ser conocido con certeza a partir de las cosas que han sido hechas, con la luz natural de la razón humana: sea anatema.
Ahora bien, ¿cómo prueba uno que Dios existe? Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, cree que esto se hace a través de un argumento metafísico demostrativo. Aquí hay que resaltar un este tipo de argumento no es uno que deje espacio a otra explicación. Es decir, si el argumento tiene éxito, no podría haber en principio otra conclusión que la que el argumento propone.
Veamos primero, en qué consiste la metafísica. Ésta no es sino el aérea de la filosofía que estudia los fundamentos mismos de la realidad. Estudia lo que existe en cuanto que existe. Esto implica que la demostración de la existencia de Dios que se presenta a continuación no es un argumento apologético aislado de un proyecto metafísico general, sino que es la corona de tal proyecto. Me explico, un proyecto metafísico como el de Tomás busca desmenuzar la realidad, en cuanto que cree firmemente que la realidad es algo inteligible, que puede ser conocido y comprendido y que nuestra inteligencia no solo es capaz de conocer, sino que en cierta manera está hecha para conocer. Tomás no está buscando dar un argumento para satisfacer a los escépticos y ya, sino que quiere ver en que medida podemos conocer la estructura misma de la realidad y de la existencia de las cosas. Este proyecto no empieza buscando llegar al Dios del cristianismo per se, sino que llega a Él, podríamos decir casi por accidente. Como la metafísica se ocupa de estudiar al ente en cuanto ente, en cierto momento llega a los principios mismos de la existencia de las cosas, y a Dios por consecuencia.
Como lo aclara John Wippel, en esto se diferencia la metafísica de la teología revelada. La teología parte de la revelación divina, y considera a Dios según lo revelado y a la creación según Dios, es "de arriba para abajo". La metafísica versa sobre lo que podemos conocer con nuestra razón natural y no hace recurso a ninguna revelación, y si llega a Dios es por inferencia y, en cierto modo, indirectamente, y precisamente por eso deja tanto de Dios en términos misteriosos, pues solo entiende al Creador en relación a la criatura, como su causa. Parte del orden creado para llegar al Creador, es, digamos, "de abajo para arriba". También por eso, el católico, si bien reconoce la excelencia de la metafísica y se maravilla por cuanto puede conocerse de Dios usando solo la razón natural, reconoce también que el contenido de la revelación es aun más sublime, en cuanto revela cosas de Dios a las que jamás habríamos podido llegar con la sola luz de la razón natural (e.g. la Trinidad).
Ahora, ¿qué tipo de razonamiento metafísico utilizan los argumento de Tomás? Éstos son unos que razonan del efecto a sus causas. Como si uno al conducir cerca de un bosque viese humo, creería que hay algún incendio generando el humo aún así no viera el incendio, de manera semejante se puede razonar del efecto a la causa. Esto es, examinando el efecto y su naturaleza y concluyendo que características ha de tener el conjunto de causas para poder producir tal efecto.
Como quiera que los efectos dependen de la causa, dado el efecto, necesariamente antes se ha dado la causa. De donde se deduce que la existencia de Dios, aun cuando en sí misma no se nos presenta como evidente, en cambio sí es demostrable por los efectos con que nos encontramos. (ST I q. 2 a. 2)
Luego veremos la prueba que Tomás propone en una de sus obras más famosas, el de ente et essentia, para la existencia de Dios. El razonamiento de este argumento es increíblemente fuerte. Si la demostración tiene éxito, nos deja con un teísmo increíblemente robusto; con un Dios como causa primaria de la existencia de las cosas, que tiene la existencia por sí mismo, que es absolutamente único y no podría siquiera en principio ser más de uno, total y absolutamente trascendente.
Julio Alonzo
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